viernes, 24 de septiembre de 2010

Respecto a ti la inexistencia

(Te pienso a cada respiro.)
 Adivina qué he visto hoy en las cicatrices de tus manos cansadas de golpear ventanas frías que dan al parque donde miras al rocío rezar: he visto a tu esperanza esperar tanto tiempo que ahora encuentro difícil mirarla sonriendo.
                            Lo sé, sólo cumple con su deber, y de no ser así yo la sustituiría sin un minuto dudar
—cualquier cosa es mejor que dejarte a la deriva en un mundo sin cielo.
Ahora duermo y trato de no respirar
(contra toda lógica mis pulmones necesitan descansar).

Aquí tú

Me he acercado lo suficiente a la sombra que proyectan tus sábanas en la azotea para darme cuenta al instante de tus sueños recurrentes. He escuchado con atención creciente tus silbidos que inyectan ritmo a la no tan simple tarea de sacudir viejo estante donde guardas asuntos pendientes. He percibido el correr caliente, sobre arrugas que no te afectan, de la plancha que se marea al saberse tan importante para quien sonríe sin dientes. He adivinado el agua hirviente ahogando bacterias que infectan cualquier producto que sea elegido representante y contenedor de nutrientes.
                                                                  Por eso quiero que sepas: comprendo lo que sientes, y si crees que estás solo, es el espacio quien miente.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Ahora tú

Mientras miraba tus nudillos, sin querer me di cuenta: los días soleados pueden dar lecciones avanzadas de cómo soplar burbujas azules, verdes y rosadas.
                                                                                                                 Recordé al ver tus uñas la colección de canicas que cada verano sacabas para contarles historias y luego hacerlas rodar llevándose tus memorias.

                                                            Vi un trompo girar sobre tu mano abierta recorriendo líneas impresas sin saberlo antes de nacer, de manera que ahora puedo leer los versos de tu ayer.
                           
                                                       Alrededor de tu índice percibí la cuerda de un yo-yo, pequeño ascensor de sueños que nunca se va muy lejos pues sabe que sin ellos serías un marchito reflejo.
                                                                                                                                      Es sólo un juego de niños la vida siempre al final, pero no hay nada más serio que observar sus movimientos y así poderlos descifrar: flota, rueda, gira y se desliza para de repente parar.

Luego tú

Si te pido que cierres los ojos no es porque quiera evitar que me veas, sino porque tu mano sobre la pared fría adquirirá independencia de esa manera.
(Aire tibio se desliza por tu tráquea
siguiendo los designios de paciente espera.)
Segundo perdido, seguido de un tercero que sonríe al conocer su perdición anticipada     
 —esencia de la línea trazada tras tus puertas.
                                                                        Al sentir temblar la nada bajo tus pies aprenderás acerca de relatividades antes veladas: estar depende del pensar, y la conciencia se puede engañar.
Pero no vale la pena.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Entonces tú

¿Olvido? Extraña dimensión velada que a diario consume  pequeños fragmentos de vida que ya no necesitamos.
                                             Antiguo reloj de arena cierne recuerdos volátiles con ritmo suave y constante, pero jamás su fondo llena.
                                                                        Antes que tu memoria evada momentos que nunca pasamos bajo esa luz encendida que alguna vez imaginamos, dibuja nuestra creación serena con sutiles líneas táctiles y atrapa en cualquier instante tan sólo un grano de arena. No importa si tras un segundo decidimos que ni siquiera nos conocimos.

Pronto tú

No quieres decirme por qué
las escamas de tu piel se han vuelto grises
—es como si la última capa de tu materialidad visible
se cansara de observar al polvo volar sin alas
y prometiera seguirlo tan pronto fuera posible
igualar una de sus expresiones.
                                              Pero aún así eres bello:
                                              silueta gris que pare figuras al viento,
                                              pues para ti perder
                                              no significa renunciar
                                              y ya bajo el inquieto remolino de lo perdido
                                              sientes vibrante ansia de tu futura expansión.
(Imágenes del final que aguarda  a todos por igual.)

Tarde tú

Sé que estás más cerca de mí que la materia de mis errores, origen sin nombre de líneas y puntos en combinación (incógnita indescifrable, pero desde siempre palpable guiando mis pasos sin aparente razón).
Sonríes porque no entiendo cuando me hablas de lo que siento  —es gracioso cómo el cerebro se ha desconectado del corazón.
                                                                                                     Por fortuna eres paciente: suspiras y me abrazas sabiendo que soy producto de tu cariño sin condición.