viernes, 17 de diciembre de 2010

Cerca de ti tiemblo

Faro que en la distancia interrumpe horizontalidad perfecta
con inhumana crueldad sumergida en humo violeta.
Previsto azar asfixiado cual pajar en incendio cautivo
causó el desprendimiento temido de los botones que denunciaban tu estado.
Madeja perdida en el fuego
                                            —simple y severa sorpresa—
esperaba tranquila junto al sauce con ojos vacíos de cometas.
No importa qué digas ahora, cualquier oferta será insuficiente,
sólo recuerda que en la distancia todo resulta incongruente.

Con arreglo a ti me defino

Revivo la noche en que imponente enemigo se llevó la seguridad que tu cuerpo traía a mis ingenuos tobillos, liberando mi voluntad para temer de nuevo.
Temí que el silencio proclamara injusto decreto, obligándome a borrar mil versiones de historias que ya no te cuento, y las convertí en estímulos táctiles más suaves que piel de ciervo.
Temí que el olvido recordara contar mi secreto a gotas que crean enredos con hostiles intenciones (afirman que ya no te siento), y diluí sueños frágiles en lluvia que  a diario hiervo. 
Temí que el tiempo ignorara borroso boceto que dibujaron mis dedos al obedecer sensaciones bañadas en tu deseo sediento, y tracé líneas volátiles en alas de negro cuervo.
                                     “Si describes tus temores uno a uno se irán” —aseveró mi imponente enemigo, pero nunca me advirtió que a la par de mis temores tú te habrías ido.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Con objeto de ti gramática invento

Libélula enfrascada en latir de insaciable seducción descubierta por mi no-ser primigenio: deseas convertirte en canción.                                               Preguntas si perecerás asfixiada, pues temes ser sólo fracción de un segundo en el milenio que evade tu percepción.           Te precipitas cegada por el color de tu decepción y cual avión de aluminio, te estrellas a la perfección.
Sangre verde derramada recrea la sensación
de estar en el dominio de la libélula que fue canción.

Debajo de ti sueño

¿Por qué hablas de eternidad y juras por las estrellas? No quiero eso de ti,
pues en el fondo sabemos que aun las estrellas han de morir.
Ahora mismo si las miras te pueden engañar 
 —lo que ves puede ser un mensaje póstumo,
pues muchas no brillan ya.
Admite que somos en cuanto a tiempo cercanos a nada…                   O mejor no digas más, tan sólo besa mi alma:
tu casi inexistencia me ocupa y por eso mi existencia te llama.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Delante de ti espero

Inmóvil, paralizado bajo el peso del tiempo en la forma que más daño te causa:
                                                      Resequedad que lentamente traspasa capas de intentos ajenos por aliviar heridas deseadas.
                                                      Trazos de experiencia resultan en sabiduría insospechada desafiando la crueldad del viento en vano juego reduciéndote a nada.
                                                      Sustancia atmosférica resbala preñada de pequeños mundos que florecen y matan.
Mas esto no es nuevo,
a cada segundo pasa y estar consciente de ello no te ayudará a encontrarla.

Dentro de ti no habito

Estuche azul que guarda el crecimiento de tus uñas,
a unos metros del sauce compañero de mis dudas.
Finalmente has podido ver de su tronco la ruta,
que se desprende y abraza tierra alrededor de tu tumba.
Pero guarda esa alabarda que con tanta pasión empuñas
—no lograrás enterrar el cauce del torrente que ahora sudas.
Tal vez hayas perdido el rumbo en profunda gruta,
aguardando a esa raza de humanos que se derrumba.
Mas no te preocupes,
pues siempre has de encontrar a través de la raíz de mi árbol el camino para regresar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Después de ti el infierno

Visitemos lejano jardín habitado por canarios bicéfalos
que alegremente ensayan dulces melodías
cuando extraños se aproximan.

Interesante será comprobar
que a pesar del tiempo diluido en nuestro sudor mezclado
aún eres un extraño
que no ha podido aproximarse
                            lo suficiente.

Caída en pozo sin fin adornado con rosas sin pétalos
cuyas duras espinas rayan en la locura de tantos días
transformados en los pocos años que tus memorias lastiman.

Sé que todo perecerá y ya no habrá que pensar
en ciclos concluidos o esplendores acabados
—ni siquiera en el daño que tu compañía me ha causado.

Pero eso será hasta que me prestes tus gafas color pantano
y el mundo se vuelva interminable desfile de canarios degollados.


Detrás de ti iría

Hace tiempo que llegaste a mis noches, aunque no dejas marca en la almohada;
mi piel huele a tu aroma como si de tu hálito estuviera bañada.
Pero,
¿por qué no recuerdo tu rostro, si mis ojos no pueden haberte ignorado?
Parece que no quieres que sepa quién eres,
aunque el calor de tu cuerpo en mi cuerpo has dejado.
Ciegas mi vista cuando estás presente,
y a cambio agudizas mi tacto
—tocas cuerdas que ignoraba existían y desbordas mi centro cual magma hirviente:
escribes con tu presencia una sinfonía de notas mudas que  vibran sólo en mi mente.
                                       De día te busco sin conocerte, pero sé que de estar cerca te sentiría:
concibo imposible pasar a tu lado sin que el universo grite que eres el ser
cuyas manos mi alma han fraguado.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Encima de ti el cielo

Te veo a través de la ventana corriendo bajo la lluvia. Las velas dentro de casa no dejan lugar a dudas: tu corazón tiene frío y por eso el mío lo busca. Finalmente abres la puerta, pero al entrar titubeas —la calidez del recinto asusta a tu alma yerta.

Tomo tu mano y te guío al lugar que sabes espera.

La camisa pegada a tu pecho mi universo representa; acaricio los botones antes de quitarte las prendas, mas temes hacer lo mismo con las cintas que me enredan.

Tus sentidos
conocen la ruta al espacio que sin voz te llama:
innecesaria resulta la brújula aunque la oscuridad reina en la cama.

Tus manos
tienen estrellas que iluminan y apacientan
cuando corren por mis muslos dejando sobre mi piel su estela.

Tu boca
tibia miel derrama, colmando la mía que no clama;
mi voz se disuelve en gemidos que bebes de mi garganta.

Tu olfato
mi contorno contiene y me dibujas con cada respiro,
inhalas la esencia de mi alma, exhalas un aliento que es mío.

Tus ojos
miden nuestro horizonte que a dos cuerpos se reduce
mas cuando estamos unidos nuestro horizonte al infinito conduce.

Tus oídos
mi latido perciben marcando el compás del abrazo
hasta lograr vaciar tu presencia convertida en indeleble trazo.