martes, 10 de agosto de 2010

A fin de que tú

Te escucho y no creo que tengas algo mío
aunque me digas que los libros del tiempo
has descubierto. En alguna página que no recuerdas
(hasta tu memoria me traiciona)
calculaste mi lengua y mediste tu espejo
—tengo ojos para verte pero no eres visible
pues el libro apenas has hojeado.
Detente en el índice, ubica el fragmento:
necesito que me leas antes de que el agua borre lo escrito
(el diluvio se acerca y arrastrará toda línea no rescatada).
Si encuentras tu origen sigue el paso
de personajes ficticios, pues de mí han nacido;
su saliva me cubre
y quiero que la tuya colme mi ombligo.

Eres mi principal personaje, ¿no te lo habían dicho?:
mientras me lees te concibo.

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