viernes, 20 de agosto de 2010

Pues tú

No sabré qué decir cuando tu tibio aliento cuestione mi incapacidad para percibir tu suave caricia en forma de espuma.
                 Trataré de hacerte entender que mi sol sale y se pone al ritmo del deseo de retener nuestra historia que a diario se esfuma.
                                               Pero no podré contar nada que tu sentimiento perdone, pues necesario sería atrapar palabras más ligeras que una pluma.
                                                                  En mis manos quedará el color de la desnudez que tu alma impone, y mis labios guardarán el sabor del ámbar que tu lengua exuda.

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