domingo, 22 de agosto de 2010

Mas tú

Si decido navegarte desafiando la furiosa tempestad reflejada en tu respiración, hay algo que no debo olvidar: la curvatura de tu horizonte requiere una perspectiva de ojos cerrados.

                                   Gélida bruma se extiende cubriendo violentas mareas en diálogo con la luna llena, enfriando ciega deriva que al final me hará encallar en la orilla de esa isla lejana que nunca has querido explorar.

                                  Entonces podré llamarte sin temer a tu soledad, inmensa y frágil noción que te ayuda a continuar —que cual viejo polizonte posee su respectiva carga de deseos negados.

                          Gracias a eso comprendes la importancia de tareas sin sentido que valen la pena: encontrar esa ínsula viva, donde también he de hallar olvidada fuente que mana palabras que quieres ahogar.

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